domingo, 8 de abril de 2018

A veces uno se queda esperando a que el otro lo quiera. Se pone a entender razones y motivos que superan las ganas. Le busca la vuelta para comprender la duda del otro y espera. Espera a ser querido. Valorado. Tenido en cuenta. Esto no es amor. No lo es. O lo será a medias tintas y un amor que no es intenso rompe en ese mismo instante la premisa del amor. Que alguien te quiera un poquito, no existe. Que alguien te quiera no tanto, tampoco. Uno quiere o no. Y ese amor es una fuerza que empuja, que no puede detenerse por nada del mundo. El que te quiere pero no sabe, ya tiene su respuesta en la mano. El que te quiere pero necesita un tiempo para estar seguro, no está hablando de amor. Y cuando digo amor, no digo presencia. Hay gente que se las arregla para amar a la distancia, para estar con uno sin estar al lado. Hay gente que cuando ama de verdad hace magia con los imposibles y uno lo siente cerca a pesar de estar en otro lado.  Vos a mí no me querés cuando me pedís turno, duda y espacio. Cuando me decís que te espere un poco más para ser querida y tenida en cuenta. Yo no sé realmente cómo se llama eso que te pasa ahí adentro conmigo. No lo sé. Pero eso no se llama Amor. Y no es cuestión de que cada uno ama distinto ni da lo que puede. No repitas como un loro sino te pertenece la historia. No es tu caso. Porque yo a vos te veo amando de pie en otros lados y bien que te sale a la perfección. Así que será cuestión de que tome la palabra por vos, me mire a los ojos en el espejo de mi casa y me diga, en voz bien alta y clara, que yo de acá me voy.
Me voy porque vos a mí no me querés, mi amor.

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